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FACEBOOK

“Quién querrá leer esto, me decía muchas veces en que el desánimo intentaba minimizarme, hasta que comprendí que realmente no escribía para nadie en específico. Escribo para mí, para acallar las voces que existen en mis adentros”.

En las redes sociales, en mis principios, era algo amable, no tan cotidiano. Escribía lo que me provocaba y tenía un grupo de amigos reducido que recibía de mis escritos con afecto. De ellos aprendí mucho y ese espacio de poesía me era lo bastante grato. Luego lo tome como algo con más responsabilidad. Quería crecer en seguidores, quería también monetizar, y me subí a ese tren de los creadores de contenido.

Cuando subes una publicación y es bien acogida por quienes te leen, es algo mágico, todo se siente bien. Más cuando sucede que el algoritmo te favorece y tu contenido se comparte infinidades de veces “es una droga esa sensación” pero a la vez se convierte en una trampa para tu paz mental.

Sin darme cuente me convertí en un adicto a crear contenido, a mirar de re-ojos a quienes hacían un mal comentario y peor aún, a pelearme con Facebook. Ojo, sólo yo peleaba con el fb, porque ellos a mí ni caso me hacían. No es que ando decepcionado con la experiencia de las redes sociales, sino que son muy adictivas y te cambian las perspectivas de tus criterios.

Básicamente dejé de ser yo, no escribía como me gustaba sino como a la gente le gusta para que el contenido sea vendible, sea consumible. Y es algo tonto, estuve alrededor de 5 años con 82 seguidores y era feliz porque no sentía ese peso, el compromiso de que debo publicar si o si porque de lo contrario mi rendimiento se iba al piso.

Eran seis publicaciones diarias. Realmente ya no sabía sobre qué mas escribir, porque hablaba de todo. Mi tema preferido era sobre la tristeza. Y no porque estuviera triste, es que se me hacía más sencillo escribir de eso. Y por más que intente escribir algo alegre “Salí una tarde preciosa con mi perro…”

¿Qué perro? Yo ni perro tengo, el último que tuve lo maté accidentalmente. A lo que iba, entonces de tanto pujar y pujar pude sacar un escrito. De seis al menos con tanto sacrificio subí uno. Sí, era triste. Bueno en el primer comentario me preguntan si estoy bien, si me pasa algo, si tengo problemas en mi casa, si se me murió mi mamá o algún otro familiar…

No les culpo, era su reacción a lo que escribía, pero obvio que no tenía que ver con mi vida.

Y eso lentamente me iba calando. Es difícil complacer a todos, es difícil leer los comentarios y que no te causen efectos. Era ya un problema levantarme de madrugada para revisar si el escrito funciono y sino había funcionado entonces perder el sueño y quedarme despierto pensando en la estrategia a seguir para que eso si funcione.

¿Pero, para qué? Ignoro para los demás pero al menos para mi esa plataforma se convirtió en una trampa que consumía todo mi tiempo y energías.

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