Ignoro cuántas veces más pueda necesitar de ti, pero es algo que hago. Ignoro las veces que te busco pero eventualmente te encuentro, y tal vez por eso mi terquedad para no dejarte ir, porque sigues siendo accesible para mí. Te busco cuando no quiero buscarte, te busco cuando no quiero hablar, te busco cuando no quiero que me busques ni que me mires, pero tú estás ahí, y no por eso te extraño menos, al contrario, es en este camino que contigo decido avanzar.
He visto el lugar en que el sol anochece, he escuchado el sonido cuando nadie debería de estar pero sucede, y he respirado y he dormido y al despertar me cuesta entender, y miro en mis ojos tan callado y profundo como si quisiera que tú también me hablases; es tan difícil todo cuando lo que soy no está nada más en mí, es tan difícil todo cuando me convenzo a diario de que hay alguien más que ve lo que yo veo, que siente de una forma extraña lo que yo siento, y que la puedo palpar, la puedo tocar en esos instantes en que ni sé bien dónde estoy.
Porque eventualmente suelo salir y dejarme, y me pierdo por espacios imperdurables, hasta que de tanto no respirar algo de mi duele, porque el aire falta, porque el estar vivo también asfixia pero falta y no puedo ausentarme tanto de eso porque entonces todo colapsa, y lo siguiente ya lo sabes, porque es ahí donde creo que tu estas.
Somos dos personas similares que habitan espacios diferentes, que se sienten con una similitud tan exacta que difícil es distinguir quién es quién, pero en el fondo ambos sabemos quiénes somos y qué dejaremos de ser sin el otro falta, sería como el sonido al cantar pero sin la voz, sería como un día lleno de sol sin que nadie lo note, sería como tú, sería como yo.